sábado, 1 de febrero de 2014

Secretos geométricos y matemáticos de la Torre Sangrienta de Jerez de los Caballeros


   Poniéndonos del lado de la tradición y utilizando la imaginación con mesura, puede pensarse que tal vez hubo una muy poderosa razón que, bien por voluntad propia o por imposición, les obligó a los templarios de Xerez a no entregar la capitulación de la plaza, como hubiese sido lo más lógico.

 Posible cámara inferior en la Torre Sangrienta. 

  En su: Segunda guía de la España Mágica, comenta Juan García Atienza al respecto sobre la resistencia de los freires jerezanos: ...¿Por qué pues, si los reinos peninsulares fueron bien tratados, ofrecieron semejante resistencia? Solo cabe pensar, mientras no surjan pruebas en otro sentido, en que los caballeros templarios poseían en estos lugares algo, ¿pero que? – ¿que era para ellos mas importante que la propia vida?... 
   Los valores espirituales pueden ser guardados con celo, si además están unidos a la convicción de ser víctimas de una gran injusticia, pueden incluso enardecer el orgullo y la valentía hasta llegar a defender una causa insalvable, como puede que ocurriera a nuestros caballeros.
¿…Se trataba entonces de la defensa de una causa justa, agredida por la ignorancia y la codicia…? ¿…guardaban acaso un símbolo espiritual con un gran sentido trascendente para la orden…? ¿O es que lo que en realidad defendían eran objetos de mucho valor material e intelectual...?
   El enigmático Louis Charpentier nos comenta en sus obras que era lógico que en cada encomienda se dispusiera de un escondrijo apropiado, preparado generalmente en la construcción inicial de la fortaleza o convento. Estas cajas fuertes, servían para guardar las riquezas que generaban sus negocios y posesiones: dinero, objetos litúrgicos de valor, libros y documentos de propiedad (no olvidemos que el Temple ejerció la banca).
   Laurent de Vargas nos dice algo parecido: …Si nos basamos en las costumbres de los monasterios de la época, es probable que cada encomienda y establecimiento templario tuviera un escondrijo donde se colocaban los bienes de valor. Este podía ser una cripta, un subterráneo, una excavación en una pared. Estas prácticas eran corrientes en la Edad Media, porque resultaba vital protegerse de los cambios políticos imprevistos y de los raid de los bandidos de todo tipo. Este escondrijo no era necesariamente de uso permanente: podía servir sólo en caso de urgencia… 
Si esto es así y considerando que la villa era capital administrativa de la bailía, existe la posibilidad de que ocultasen sus documentos y valores en lugar seguro, a modo de caja-fuerte. Tuvieron además tiempo suficiente hasta la llegada de las tropas. Puede incluso que esto mismo hubiese provocado la referida tragedia, pues al entrar y no encontrar aquello que esperaban, pudieron desatarse las iras de los saqueadores reales. Durante el arresto de los templarios en Francia, fue una sorpresa para el rey Felipe IV comprobar que no existían las riquezas que imaginaba encontrar; todas las cajas de las encomiendas se encontraron vacías, llegaron a decir incluso que: ...no encontraron ni los vasos sagrados... solamente aquello que no pudo ser trasladado: herramientas, castillos casas y conventos o documentos, como títulos de propiedad y transacciones de compra-venta.
  Hasta que no aparezcan pruebas fidedignas jamás llegaremos a saber si verdaderamente ocultaron algo y saber si fue la causa real que les llevó a tan drástico ajusticiamiento. Quedan sin embargo testigos, que bien mirados, podrían guardar la respuesta a los acontecimientos sucedidos en aquel tiempo. La hipótesis en cuestión nace de la observación continuada de las torres; pues si se estudian con detenimiento, el sentido común te hace caer en la cuenta de que el interior de la mitad inferior de los gigantescos baluartes son totalmente desconocidos. Por supuesto que puede pensarse que dicho interior pueda estar relleno de piedras y escombros, pero sería menos favorable arquitectónicamente, pues con el tiempo, un empuje añadido provocado por el peso de relleno, generaría una tensión innecesaria y peligrosa en los muros laterales. Por tanto, lo más probable es que sus interiores estén construidos de la misma forma que la parte superior, o sea, huecos.
  Instintivamente aparece la pregunta... ¿Por qué desaprovechar un espacio gratuito tan amplio? Algún autor también se han percatado del enigma arquitectónico y ha pensado de igual manera, en la posibilidad de averiguar si efectivamente esto es así.
  El verdadero interés por la incógnita, surge cuando comenzamos a estudiar detenidamente las líneas maestras de la torre Sangrienta o del Homenaje, surgiendo entonces el número nueve por todas partes y la sección áurea o número de oro en los costados de la torre, en la proporción de la puerta bde acceso y en la cámara principal, el mismo repetido en las torres del homenaje de Fregenal, Barcarrota, Burguillos, etc..
  La cámara conocida coincide con ser la mitad de la torre, pues si dividimos su altura (18 mts) en dos partes iguales nos da un total de 9 mts, que marcan con precisión la altura exterior de dicha zona habitable.
Veamos: las medidas de la torre son 10’64 de larga por 7’35 de ancha por 18 mts de altura en su parte delantera, oscilando sensiblemente a menos debido a la inclinación de la roca sobre la que se asienta y le sirve de basamento. Estas medidas, traducidas a codos medievales (0’49 aprox.) serían 21 codos de largo por 15 de ancho y 36 de alto. Con estas cifras podemos comenzar un juego matemático interminable, cuyo producto final parece querer obstinarse en el número nueve, número guía de la orden del Temple, veamos:
  • Comenzamos con la suma de la altura de la torre en codos: 3 + 6 = 9; ahora dividimos la altura de la torre entre 2 (la cámara conocida y la supuesta): 36: 2 = 18, 1 + 8 = 9.
  • Las sumas totales de la torre: 21 + 15 + 36 = 72; 7 + 2 = 9. Ahora, sumamos las medidas del rectángulo de la torre: 15 + 21 = 36, curiosamente nos da la altura de la torre, que sumadas 3 + 6 = 9, vuelven a darnos el mismo número. Y aún pueden combinarse más operaciones, derivadas de las tres cifras principales cuyos números claves son el 3 el 6 y el 9, veamos: 2 + 1 = 3, 1 + 5 = 6 y 3 + 6 = 9; 3 + 6 + 9 = 18; 1 + 8 = 9. ó 3 × 6 × 9 = 162; 1 + 6 + 2 = 9.
  • Ahora combinamos medidas del rectángulo por la altura: 21 + 36 = 57 y 15 + 36 = 51; ahora sumamos 57 + 51= 108; 1 + 0 + 8 = 9 ó 5 +7 = 12 y 5 + 1 = 6, 12 + 6 = 18, 1 + 8 = 9. O también: 1 + 2 + 6 = 9.
  • Seguimos con las multiplicaciones: 21 × 15 × 36 = 11.340; 1 + 1 + 3 + 4 + 0 = 9. Multiplicamos los valores del rectángulo: 21 × 15 = 315; 3 + 1 + 5 = 9. Ahora combinadas con la altura: 21 × 36 = 756; 7 + 5 + 6 = 18; 1 + 8 = 9 ó 15 × 36 = 540; 5 + 4 + 0 = 9.
  • Pasemos ahora a estudiar la presencia del número Phi o áureo (1’618)
  • Si dividimos la sala interior de la torre cuyo rectángulo mide 6’55 mts de largo por 4’09 mts de ancho y nos daría el número áureo 1’601.
  • Los laterales este-oeste del edificio, cuyas medidas, 18 mts de altura divididas entre los 10’64 mts que da el ancho serían 1’691, incluso, contando con la oscilación de la base, podríamos medir 17’50 mts que divididos entre 10’64 serían 1’644 igualmente.
  • La puerta de acceso a la torre, cuyas medidas son: 1’66 mts de altura por 1’02 de ancho, nos darían el resultado: 1’627.
                                                                              DERECHOS RESERVADOS © Isidoro Terrón Calvo 

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